lunes, 8 de febrero de 2010

Carta al rector de la Universidad de Barcelona

Hace ya unas fechas intenté acceder a la Biblioteca de la Facultad de Geografía e Historia y Filosofía, en el centro de Barcelona. Hermosa ciudad.
Tuve la ocasión de conocer a su responsable de Seguridad, don José Quesada, quien muy amablemente me explicó que no tenía derecho a entrar. No bastaba con enseñarle mi carnet en regla de profesor de instituto en el IES Ventura Gassol, de Badalona, con las especialidades de Griego y Lengua y Literatura Española. Dijo que había habido muchos hurtos y violencia. Tampoco cuando le comenté que fui por diez años becario de investigación primero, profesor asociado después y finalmente ayudante, de la Universidad de Barcelona. Tampoco confió en mí cuando le dije que el carnet de la Biblioteca de Cataluña, cuyo código de barras abría al parecer ese sésamo, lo había dejado en casa. Ni cuando le dije que solo quería leer a Erasmo de Rotterdam, como otras veces había hecho allí mismo en la misma lengua que escribiera el humanista. Eran las siete y media de la tarde de un jueves y ningún responsable de la Biblioteca podía ayudarme a convencer a José, Quesada o Quijada, ahora no recuerdo con precisión, de que no tenía la menor intención de hurtar, robar ni comportarme violentamente. Eran las normas de José, y de usted, dijo. Dijo que le escribiera a usted, señor Ramírez, cosa que ahora hago, y lo hago para ver si entre Coímbras, Bolonias y otras europeidades encuentra un momento y consigue hacer que un profesor lea a Erasmo en la Biblioteca de la Universidad de Barcelona. Prometo que si lo consigue, leeré incluso algún fragmento en griego y hasta se lo traduciré a don José Quijada, o Quesada, (qué memoria la mía) para que entienda que ni Erasmo ni yo estamos tan locos como para inducir al robo o la violencia ni mucho menos cometer esas tropelías personalmente.

Muy agradecido, señor rector.

Benjamín Gomollón García

4 comentarios:

  1. Es que los profesores de instituto somos de natural malencarados, gentuza poco de fiar, malandrines y bullangueros, faltaría más. Lo que hay que leer. Un abrazo solidario, Benjamín.

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  2. ¡Por Dios! O como dice una amiga mía ¡Jesucristo, Jesucristo, lo que hay que aguantar!
    Un abrazo de otro profesor de secundaria.

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  3. ¡Anda, si resulta que he enviado esta entrada tal cual a dos diarios! Digitales, creo... Ah sí, a ver... ya recuerdo, El País y La Vanguardia. Bueno, a ver qué.

    Gracias por los abrazos. Y una cosa. Ellos nos quieren llamar educadores, para igualarnos con monitores, técnicos, pedabobos... Llamémonos solo profesores. Lo otro no es sustancial, sino secundario. Yo no soy catedrático (ni ganas),soy profesor. Es lo que me dicen mis alumnos. Y los alumnos no son tontos. Somos profesores. Y punto. Como profesor, quiero leer a Erasmo, a la hora que prefiera, en un libro pagado con los impuestos que no pagan a Montilla, a Millet, a Carod-Rovira ni a su hermano, flamante embajador en París de Freedonia for Catalonia. ¡Dios nos salve!

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  4. Hoy jueves, a las siete de la tarde, tengo delante el primer volumen de las obras completas de Erasmo de Rotterdam. Abro al azar y mis ojos caen en De copia verborum, I, cap. XCIV:

    Vir melior est quam qui velit mentiri. Simplicior quam qui possit. Superbior est, quam ut velit doceri. Stupidior quam ut possit dicere.

    He entrado solo mostrando mi carné de profesor. Una barrera derribada. Con hechos, eso sí. El rector aún no ha contestado de palabra.

    Pero no estoy descontento. Res, non verba, como decía el honorable don José Montilla, humanista de reconocido prestigio.

    Gracias a todos los que habéis visitado este blog y ayudado a esta pequeña victoria.

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